Volver al Martínez Valero supone para mi todo un cúmulo de sensaciones. Los nervios del prepartido, la emoción al llegar al estadio y ver las luces encendidas, la animación en sus alrededores... Entrar, ver el césped, las gradas llenas, el griterío... escuchar y cantar Aromas Ilicitanos... Recordar viejos y tradicionales cánticos que me transportan a otras temporadas cuando llegábamos con el coche cargado de gente y de ilusión, con el Mucho Elche a todo trapo. Y ese termo lleno de chocolate caliente... Ver ganar al Elche, y descubrir que, para ser líderes, no es imprescindible estar en Segunda B. Ojear la clasificación y rozar la Primera División. Mucho, pero que Mucho Elche!
